Abrazamos la Cruz de Cristo donde brotan ríos de Agua Viva

El Misterio del Dolor y El Sufrimiento


Conoce la Encíclica de Juan Pablo II «Salvifici Doloris» 
El Papa inicia su reflexión sobre el sufrimiento humano diciendo cómo el «sufrimiento parece ser particularmente esencial a la naturaleza del hombre» (SD 2), quien desde su nacimiento es frágil de manera que su cuerpo experimenta la sed, el hambre, el calor; si se corta, sangra y experimenta el dolor en su carne, de hecho el mismo Cristo, lo vivió en toda la magnitud que cualquier hombre lo puede vivir, e incluso hasta el mismo extremo.
«el hombre sufre de modos diversos, no siempre considerados por la medicina, ni siquiera en sus más avanzadas ramificaciones. El sufrimiento es algo todavía más amplio que la enfermedad, más complejo y a la vez aún más profundamente enraizado en la humanidad misma» (SD 5).«Se trata, en efecto, del dolor de tipo espiritual, y no sólo de la dimensión “psíquica” del dolor que acompaña tanto el sufrimiento moral como el físico. La extensión y la multiformidad del sufrimiento moral no son ciertamente menores que las del físico; pero a la vez aquél aparece como menos identificado y menos alcanzable por la terapéutica. » (Ibid).

«se podría decir que el hombre sufre a causa de un bien del que él no participa, del cual es, en cierto modo, excluido o del que él mismo se ha privado. Sufre en particular cuando “debería” tener parte -en circunstancias normales- en este bien y no lo tiene». (SD 7).
«El sufrimiento humano constituye en sí mismo casi un específico “mundo” que existe junto con el hombre, que aparece en él y pasa, o a veces no pasa, pero se consolida y se profundiza en él» (SD 8).

 «En efecto, si la existencia del mundo abre casi la mirada del alma humana a la existencia de Dios, a su sabiduría, poder y magnificencia, el mal y el sufrimiento parecen ofuscar esta imagen, a veces de modo radical, tanto más en el drama diario de tantos sufrimientos sin culpa y de tantas culpas sin una adecuada pena.» (SD 9).

«el sufrimiento aparece, [...] como un “mal justificado”. La convicción de quienes explican el sufrimiento como castigo del pecado, halla su apoyo en el orden de la justicia, y corresponde con la opinión expresada por uno de los amigos de Job: “Por lo que siempre vi, los que aran la iniquidad y siembran la desventura, la cosechan” (Jb 4, 8.)» (SD 11).

«El sufrimiento debe servir para la conversión, es decir, para la reconstrucción del bien en el sujeto, que puede reconocer la misericordia divina en esta llamada a la penitencia. La penitencia tiene como finalidad superar el mal, que bajo diversas formas está latente en el hombre, y consolidar el bien tanto en uno mismo como en su relación con los demás y, sobre todo, con Dios». (SD 12).

«el Amor es también la fuente más plena de la respuesta a la pregunta sobre el sentido del sufrimiento. Ésta ha sido dada por Dios al hombre en la cruz de Jesucristo» (SD 13).

«El mal, en efecto, está vinculado al pecado y a la muerte. Y aunque se debe juzgar con gran cautela el sufrimiento del hombre como consecuencia de pecados concretos (esto indica precisamente el ejemplo del justo Job), sin embargo, éste no puede separarse del pecado de origen, de lo que en san Juan se llama “el pecado del mundo” (Jn.1, 29), del trasfondo pecaminoso de las acciones personales y de los procesos sociales en la historia del hombre. Si no es lícito aplicar aquí el criterio restringido de la dependencia directa (como hacían los tres amigos de Job), sin embargo, no se puede ni siquiera renunciar al criterio de que, en la base de los sufrimientos humanos, hay una implicación múltiple con el pecado.» (SD 15).
«Con su obra salvífica el Hijo unigénito libera al hombre del pecado y de la muerte. Ante todo el borra de la historia del hombre el dominio del pecado, que se ha radicado bajo la influencia del espíritu maligno, partiendo del pecado original, y da luego al hombre la posibilidad de vivir en la gracia santificante. En línea con la victoria sobre el pecado, Él quita también el dominio de la muerte, abriendo con su resurrección el camino a la futura resurrección de los cuerpos. Una y otra son condiciones esenciales de la “vida eterna”, es decir, de la felicidad definitiva del hombre en unión con Dios; esto quiere decir, para los salvados, que en la perspectiva escatológica el sufrimiento es totalmente cancelado. Como resultado de la obra salvífica de Cristo, el hombre existe sobre la tierra con la esperanza de la vida y de la santidad eternas.» (SD 15).

«Precisamente por medio de este sufrimiento suyo hace posible “que el hombre no muera, sino que tenga la vida eterna”. Precisamente por medio de su cruz debe tocar las raíces del mal, plantadas en la historia del hombre y en las almas humanas. Precisamente por medio de su cruz debe cumplir la obra de la salvación.» (SD 16).

«El sufrimiento humano ha alcanzado su culmen en la pasión de Cristo. Y a la vez ésta ha entrado en una dimensión completamente nueva y en un orden nuevo: ha sido unida al amor, a aquel amor del que Cristo hablaba a Nicodemo, a aquel amor que crea el bien, sacándolo incluso del mal, sacándolo por medio del sufrimiento, así como el bien supremo de la redención del mundo ha sido sacado de la cruz de Cristo, y de ella toma constantemente su arranque. La cruz de Cristo se ha convertido en una fuente de la que brotan ríos de agua viva» (SD 18).

Mediante sus sufrimientos, éstos devuelven en un cierto sentido el infinito precio de la pasión y de la muerte de Cristo, que fue el precio de nuestra redención: con este precio el reino de Dios ha sido nuevamente consolidado en la historia del hombre, llegando a ser la perspectiva definitiva de su existencia terrena. Cristo nos ha introducido en este reino mediante su sufrimiento. Y también mediante el sufrimiento maduran para el mismo reino los hombres, envueltos en el misterio de la redención de Cristo.» (SD 21).

«una llamada a manifestar la grandeza moral del hombre, su madurez espiritual» (SD 22).

«Esta es la virtud de la perseverancia al soportar lo que molesta y hace daño. Haciendo esto, el hombre hace brotar la esperanza, que mantiene en él la convicción de que el sufrimiento no prevalece sobre él, no lo priva de su propia dignidad unida a la conciencia del sentido de la vida». (SD 23).

«en el misterio pascual Cristo ha dado comienzo a la unión con el hombre en la comunidad de la iglesia. El misterio de la Iglesia se expresa en esto: que ya en el momento del Bautismo, que configura con Cristo, y después a través de su Sacrificio -sacramentalmente mediante la Eucaristía- la Iglesia se edifica espiritualmente de modo continuo como cuerpo de Cristo» (SD 24), «en él se esconde una particular fuerza que acerca interiormente el hombre a Cristo, una gracia especial. A ella deben su profunda conversión muchos santos, como por ejemplo San Francisco de Asís, San Ignacio de Loyola, etc. Fruto de esta conversión es no sólo el hecho de que el hombre descubre el sentido salvífico del sufrimiento, sino sobre todo que en el sufrimiento llega a ser un hombre completamente nuevo. Halla como una nueva dimensión de toda su vida y de su vocación» (SD 26).
«ante el hermano o la hermana que sufren, Cristo abre y despliega gradualmente los horizontes del reino de Dios, de un mundo convertido al Creador, de un mundo liberado del pecado, que se está edificando sobre el poder salvífico del amor». (SD26).

«el sentido salvífico de su sufrimiento en unión con Cristo, el cual transforma la sensación deprimente de angustia, temor y miedo, en alegría y paz. La fe en la participación en los sufrimientos de Cristo lleva consigo la certeza interior de que el hombre que sufre “completa lo que falta a los padecimientos de Cristo”; que en la dimensión espiritual de la obra de la redención sirve, como Cristo, para la salvación de sus hermanos y hermanas» (SD 27).

«El sufrimiento, más que cualquier otra cosa, es el que abre el camino a la gracia que transforma las almas. El sufrimiento, más que todo lo demás, hace presente en la historia de la humanidad la fuerza de la Redención». (SD26).

«no nos está permitido “pasar de largo”, con indiferencia, sino que debemos “pararnos” junto a él. Buen samaritano es todo hombre, que se para junto al sufrimiento de otro hombre de cualquier género que ése sea. Esta parada no significa curiosidad, sino más bien disponibilidad». (SD 28). «en el programa del reino de Dios, el sufrimiento está presente en el mundo para provocar amor, para hacer nacer obras de amor al prójimo, para transformar toda la civilización humana en la “civilización del amor”. En este amor el significado salvífico del sufrimiento se realiza totalmente y alcanza su dimensión definitiva». (SD 30). «el sentido del sufrimiento, es verdaderamente sobrenatural y a la vez humano. Es sobrenatural, porque se arraiga en el misterio divino de la redención del mundo, y es también profundamente humano, porque en él el hombre se encuentra a sí mismo, su propia humanidad, su propia dignidad y su propia misión. El sufrimiento ciertamente pertenece al misterio del hombre.» (SD 31).

Finalmente, el sufrimiento mismo y el del hermano, es la oportunidad que Dios nos da de servirlo y acompañarlo.

Te recomiendo leer el estudio del Pbro. Ernesto María Caro “El misterio del dolor”donde desmenuza la Encíclica «Salvifici Doloris» ampliamente. 

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